La Cerillera: Cuento Corto

En 'La Cerillera', una niña pobre halla visiones de esperanza y amor en sus últimas cerillas, antes de unirse a su abuela en el cielo.

En la rica tradición de los cuentos de hadas, «La Cerillera» de Hans Christian Andersen destaca como una joya de la literatura infantil, impregnada de profundos matices emocionales y sociales.

Este relato, ambientado en la víspera de Navidad, nos introduce en un mundo donde la desigualdad y la belleza coexisten de manera agridulce.

La protagonista, una niña pequeña y pobre, lucha por sobrevivir en un entorno frío e indiferente, vendiendo cerillas en las calles nevadas de una ciudad que se prepara para las celebraciones navideñas. La historia nos lleva a través de su lucha, sus sueños y su búsqueda de calidez y luz en un mundo que parece haberla olvidado.

En este cuento, Andersen no solo nos cuenta una historia de pobreza y desesperación, sino que también nos sumerge en un viaje emocional que explora la esperanza, la imaginación y la trascendencia del espíritu humano en las circunstancias más adversas.

La Cerillera: Versión Corta

La Cerillera en inglés
La Cerillera: Cuento Corto
En una fría y nevada víspera de Navidad, en una ciudad donde las luces de festividad brillaban pero también dejaban en sombras los rincones más tristes, vivía una niña muy pobre, cuya única fuente de ingresos era vender cerillas. Con los pies desnudos y sin más abrigo que su delgada ropa, recorría las calles heladas, esperando que alguien comprara sus cerillas. Sin embargo, en ese día de festividad, con las casas llenas de alegría y preparativos navideños, nadie prestaba atención a la pequeña vendedora. La niña, con su voz dulce pero temblorosa, ofrecía sus cerillas a los transeúntes, pero todos pasaban de largo, absortos en sus propios asuntos. A medida que el día se convertía en noche, el frío se intensificaba, y la pequeña se sentía cada vez más desesperada y sola. No podía regresar a casa sin haber vendido nada; su familia dependía de ese pequeño ingreso. Mirando a través de las ventanas iluminadas, veía a las familias reunidas, riendo y compartiendo momentos cálidos y felices, mientras ella estaba afuera, olvidada en el frío. En un intento de encontrar algo de calor y consuelo, tomó una de sus cerillas y la encendió. La luz de la cerilla iluminó su rostro y, por un breve momento, le mostró una visión maravillosa de una mesa llena de comida. Extendió su mano hacia la imagen, pero tan pronto como la cerilla se apagó, la visión desapareció. Con cada nueva cerilla que encendía, veía algo diferente. Un árbol de Navidad decorado con brillantes luces y adornos capturó su atención en la siguiente llama, pero al igual que antes, la visión se desvaneció tan pronto como la cerilla se consumió. Finalmente, al encender otra cerilla, vio la figura más amada y reconfortante: su abuela, que siempre había sido su fuente de amor y consuelo. La niña, desesperada por mantener esa visión, encendió todas las cerillas que le quedaban. En la luz de la última cerilla, su abuela apareció claramente, bajó del cielo, la abrazó y, juntas, se elevaron hacia las estrellas en un baile mágico y eterno. Al día siguiente, cuando la gente comenzó a salir de sus casas, encontraron a la niña acurrucada en un rincón de la calle. Había fallecido de frío, pero su rostro reflejaba una sonrisa serena y pacífica. Junto a ella yacían las cerillas gastadas, testigos mudos de sus últimas horas. Los transeúntes expresaban su lástima, sin saber que en sus últimos momentos, la pequeña había visto visiones de gran belleza y había encontrado un final lleno de amor y paz en los brazos de su abuela, quien la había llevado al cielo, lejos del frío y la soledad de la tierra.

Conclusión del cuento corto de La Cerillera

«La Cerillera» es una narración que deja una huella indeleble en el corazón y la mente del lector. A través de la trágica y a la vez hermosa historia de la niña, Andersen teje una narrativa que es tanto un espejo de las desigualdades sociales como una ventana a la esperanza y el consuelo que se encuentra en los momentos más oscuros.

La visión final de la niña, donde encuentra paz y amor en los brazos de su abuela, nos recuerda el poder del amor y la imaginación para trascender las realidades más crueles.

Esta historia, aunque breve, es un testimonio del poder de la narración para dar voz a aquellos que son a menudo invisibles en nuestra sociedad, y nos invita a reflexionar sobre la compasión, la empatía y la importancia de cuidar a los más vulnerables, especialmente en tiempos de celebración y alegría.

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